Hace algunos días tuve una mortificación con la familia. No entraré en detalles, basta decir que tomé una decisión que no le pareció al resto del clan. No discutimos en ese momento, pero los reclamos salieron algunos días después. En una comida, inició la discusión y fue subiendo de tono. Yo me sentí agredida por el reclamo, pues al fin y al cabo se trataba de una decisión que no le confería a nadie más que a mí, y ahí estaban todos opinando al respecto. Todos menos mi madre y mi Abuela. Sobre todo mi Abuela, callada, comía su comida en silencio, con tranquilidad, mientras discutíamos. Yo estaba al borde de las lágrimas, muy mortificada. La discusión terminó por fin. Salimos del restaurante y mi Abuela iba de mi brazo. "Quiero hablar contigo después", me dijo. Así que unos días después fui por ella y salimos a comer unos tacos, que le gustan mucho.
Mi mamá nos dejó solas un momento, y entonces le dije "¿Qué era lo que querías decirme, Abuela?". Entonces dijo, "Mira, el otro día te molestaste porque te dijeron esto y aquello. Estabas muy preocupada tratando de justificarte. Y ellos claro que te reclaman lo que piensan. Pero escucha esto bien, que no se te olvide, en la vida, siempre, primero estás tú, y luego los demás. Pero primero, siempre primero estás tú.".
Entiendo muy bien por qué me lo dijo. Y me parece un maravilloso consejo. Cuando se me olvida y pongo a los demás antes que yo, de nuevo cosecho insatisfacciones y conflictos. Pero tarde o temprano me acuerdo de sus sabias palabras y me libero de deseos absurdos de que los demás aprueben mis decisiones. Y no se me olvida su voz y su pequeño dedo señalándose a sí misma: "Primero estás tú". Gracias, Abuela.
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