23/12/09
La doctora (1934)
Los abuelos de mi Abuela tenían una especie de anexo en su casa que rentaban a un médico, hijo de un amigo de la familia. El doctor daba consulta en las tardes, y a veces dejaba que mi Abuela -una niña de 11 años- le "ayudara" con sus pacientes. A tal grado llegaba la simpatía por la niña, que en ocasiones le permitió, después de prepara la solución y la jeringa, inyectar a otros niños que llegaban al consultorio y sufrían por los piquetes. Mientras mi Abuela ayudaba al doctor, éste le solicitaba que usara una bata blanca y el cabello recogido, como una formal médico que realiza cabalmente su oficio.
En alguna ocasión, cuenta mi Abuela, una niña asistió a consulta acompañada de su madre. La niña debía ser vacunada, por lo que el médico preparó la inyección y se disponía a aplicarla a la niña, cuando ésta, con desesperación, solicitó: "¡Pero yo quiero que me inyecte la doctora!". Se refería a la pequeña ayudante del médico, la cual, solícitamente, se dispuso a aplicar la inyección con toda la formalidad del caso.
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